domingo, 14 de noviembre de 2010

Grandaddy - The Sophtware Slump (2000)

Hay un virus dando vueltas por ahí, o algo. Y no me refiero al de computadoras. Domingo metido en la cama, con dolor de estómago y dieta blanda. En fin. Una de las pocas cosas que se rescatan de estar enfermo es que tienes tiempo de sobra para oír música. Hace tiempo venía postergando darle una vuelta a este disco, y hoy por fin, después de varios libros, un par de siestas a deshoras y un almuerzo que no fue almuerzo, tuve mi oportunidad.

Lo primero que recordé cuando empezó fueron todas esas (la verdad, entendibles) comparaciones con el Ok Computer de Radiohead y con The Flaming Lips. Lo de los Radiohead pasa por la sensación claustrofóbica de una distopía creciente e incontenible. Supongo que ellos no inventaron el monopolio para eso, pero es algo así como el realismo mágico y Cien años de soledad. Como que es difícil desligarse de algo tan fuerte. Por suerte para los Radiohead, ellos no terminaron copiándose a sí mismos como el colombiano. Por otro lado, lo de los Flaming Lips es bastante más que notorio: no solo la voz de Jason Lytle se parece muchísimo a la de Wayne Coyne, sino que ese ambiente espacial-neo-psicodélico-pop-de-colores-fluorescentes es inconfundible. Sumémosle el título The Sophtware Slump y su ligero parecido a The Soft Bulletin y creo que el asunto queda claro.

Sin embargo, las comparaciones nunca me han molestado mucho. Si dejamos de lado la recatafila de influencias y nos concentramos un poco en el resultado, Grandaddy crea un disco con un valor especial, que lo coloca en un plano musical propio. The Sophtware Slump logra dos cosas interesantísimas: en primer lugar, recrear el ambiente de la distopía en cuestión de una manera casi orgánica, como quien es plenamente consciente de que el mundo moderno es un lugar corrupto, artificial y retorcido, pero que simplemente le importa un bledo. Y dos, concluir que ese mundo tiene una salida hacia el interior de cada individuo, como si fuera una versión esperanzadora de los profetas de la destrucción.

El Ok Computer era como meterse a una caja sin salida, donde todo nos parecía inhumano, asfixiante, donde la paranoia era parte del ser humano moderno y no había espacio para salidas. Grandaddy en cambio nos canta, en esa canción espectacular que es "Crystal Lake": "I've gotta get outta here/and find my way again/I've lost my way again". Y sabemos instantáneamente que no solo hay una salida, sino que ya ha sido encontrada antes y que, aunque uno puede perderse en el camino, siempre puede volver a intentarlo cuando cae en cuenta.

Quizás no es superior a sus álbumes originarios, pero no deja de tener un valor propio. Es el disco ideal para un día en que uno está enfermo y sabe que el mundo allá afuera sigue corriendo y devorándolo todo. Pero uno está en casa, tomando su dieta de pollo, escuchando un buen disco y no puede importarnos menos. Y además, lo único que tengo que hacer si todo el mundo colapsa, es acercarme a esa persona especial, hablar sobre cualquier cosa, y lograr con ello la fórmula que este disco nos propone en el tema de cierre: "So you'll aim toward the sky/and you'll rise/high today, fly away/far away/far from pain".

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