lunes, 15 de noviembre de 2010

Sufjan Stevens - The Age of Adz (2010)

Hablando de cosas complicadas... No me cabe duda de que Sufjan Stevens es un gran compositor. También me parece bastante pertinente decir que se me está haciendo más difícil escucharlo cada vez. No en el mal sentido, sino en el literal. Nunca el término "Baroque Pop" fue tan bien utilizado como para describir sus trabajos de este año. Aunque ciertamente, si algo tiene que ser complicado, debería serlo siempre así, como lo hace el señor Stevens.

El All Delighted People EP (que por cierto dura más que muchos álbumes de estudio) anunciaba ya algo como esto. Pero creo que solo en este álbum podemos entender la complejísima red de sonidos, musicalizaciones y variaciones que el cantautor neoyorkino propone como nuevo camino para su creatividad. Y entonces, ¿por qué la polémica entre quienes defienden el retorno a los discos conceptuales y quienes lo disfrutan más en este estado de libre albedrío emocional? Veamos... Sin duda alguna el talento de este hombre está fuera de toda duda. Su capacidad para crear piezas es majestuosa. Y sin embargo, es como si toda esa enorme capacidad de crear le jugara a veces también en contra. Como si quisiera hacer muchas cosas a la vez y terminara por no hacer ninguna. Sus últimos discos fueron casi una exploración que podría bien definirse aquí, y aun así...

Creo que la idea de los discos conceptuales (Michigan e Illinois) le daban un camino al qué ceñirse cuando tenía que tomar decisiones demasiado osadas o perdía el rumbo. Si bien es cierto The Age of Adz no deja de tener un hilo conductor, es uno mucho más frágil que el de los primeros discos, y eso no siempre le juega a favor. Es un disco donde uno se sorprende de la cantidad de cosas que están pasando en todo momento, la cantidad de sonidos, alteraciones, momentos. Y sin embargo, es también un disco que decae por ratos, levanta por otros, tiene momentos de nivel majestuoso y otros donde el ambiente parece volverse demasiado plano, como una casa que lo mismo tiene habitaciones llenas de tesoros que de cachivaches.

Sin embargo, el resultado final es satisfactorio. Quizás es también un disco de autoafirmación, una forma de decirse "no importa qué tan complicado sea todo, aquí hay una luz". Puede que la haya. Y si es así, entonces podemos sentarnos y disfrutar de lo complicado como se disfruta de lo simple: así como hay momentos en que lo que necesitamos es nada más que una palabra, otras veces hace falta una orquesta completa.

Y si es así, viva las situaciones complicadas (si son como música) y viva la luz a la que nos llevan.

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