lunes, 21 de febrero de 2011

Radiohead :: The King of Limbs (2011)

Hay algo que las reseñas tienen en común: tratan de encontrar el espacio objetivo dentro de la gran subjetivización del arte. No es tan imposible como suena. Algunas formas artísticas están sujetas a características propias innegables. Tiene que ver con cómo el cuerpo percibe la intención del artista. Pesadez o ligereza, densidad o simplicidad, orgánico o mecánico. Ese gesto más o menos objetivo suele ser el punto de encuentro para empezar una reseña porque a partir de ahí es que se analiza la parte subjetiva, la forma en que se nos entrega el objeto artístico. Bien, creo que yo nunca podría escribir así sobre el arte. No porque niegue su análisis desde una perspectiva más universal (eso sería objetar la existencia de la literatura, la música y el arte como disciplinas válidas). Sino que, para mí, el arte está siempre asociado a mi propia interpretación subjetiva del mundo, al menos eso es lo que yo trato de hacer en las reseñas que he escrito. No tanto como una reseña del disco, sino una reseña de la persona que soy cuando lo escucho.

Esta apropiación del arte es, en cierta forma, el fin propio de la obra una vez que ha sido publicada. Y si escribo así no es por una búsqueda personal de significado o para encontrar puntos en común con otras personas que puedan escuchar lo mismo que yo. Es quizás algo mucho más simple. Una forma de recordarme las cosas que me ayudan a sobrellevar mejor la vida. Y una de ellas es la música.

Puesto esto en claro, creo que este disco es un paradigma de eso. Toda la obra de Radiohead lo es. Su discografía es complejísima y variada, llena de experimentos y logros épicos. Cuando Radiohead anuncia un disco, sabemos que la experiencia de oírlo no es igual a la de ninguna otra banda. La expectativa previa, esa relación estrecha entre su música y los aspectos visuales de cada composición, el mismo sistema de distribución de su música, todo ello conllevan una participación muy vivencial del oyente, una necesidad casi sine qua non de completar la música con la subjetividad interior propia para que las canciones cobren verdadero sentido.

The King of Limbs no es la excepción. Hay una sola cosa sobre la que todos parecen coincidir: es un disco muy diferente a lo anterior. Es una especie de híbrido de In Rainbows y Kid A, pero no se parece a ninguno de los dos. Es Radiohead siendo Radiohead en 2011. Es un sonido espectral, terriblemente denso. Lleno de modernidad, de amalgamas sinfónicos que coexisten como aprisionados en un agujero negro mecánico demasiado pequeño para contenerlo todo. Siempre al borde de una explosión, como si nadie pudiera resistir por demasiado tiempo el antagonismo entre lo orgánico de las melodías y lo mecánico de su tratamiento por momentos. Es, al fin, un disco que sintetiza lo universal y lo íntimo.

Mi hermano hoy le dio a otro amigo un consejo que me pareció muy pertinente: "antes de comprar el paquete completo (la versión física), escúchalo. Es muy diferente y podría no gustarte". Lo cual es interesantísimo por dos cosas: en primer lugar, esa duda intrínseca, aun desde la perspectiva de alguien que amó el disco desde el comienzo hasta el fin, de que puede tener detractores fácilmente. Y segundo, que es un disco que se debe escuchar, porque es demasiado personal como para guiarse de recomendaciones ajenas. Eso sí. Solo Radiohead puede hacer un disco que te hace hablar de todo lo que significa el arte, la música, escuchar un disco, vivir.

Dicho esto, solo me queda ir a los puntos clave. Lo he oído varias veces desde ayer que fue la primera experiencia. Y me encanta cada vez más. El nuevo sonido de Radiohead, esa especie de electrónica-orgánica-ambiental es un universo aparte. Radiohead es uno de los pocos grupos capaces de decir: "oye, se puede hacer música del hoy" en un momento donde el mainstream está tan asociado con revivir sonidos de décadas anteriores. El disco abre con "Bloom", una canción donde siento que estoy caminando rumbo a un mundo extraño y sombrío, algo así como una versión moderna del pueblo de Silent Hill. Pero luego la canción se desdobla en una especie de convulsión de sonidos contenidos, como un microcosmos. Mención especial para "Little by Little", una canción que brilla especialmente por sus ritmos y su atmósfera claustrofóbica, donde la voz de Thom Yorke parece buscar salidas de un mundo que es una prisión enorme e inexpugnable. "Lotus Flower", el primer sencillo del disco, es sencillamente brillante. Una canción que me recuerda a momentos del Amnesiac, pero con los ritmos frenéticos de "15 Step". Es también rítimicamente impecable y melodiosamente pegajosa. Me gusta mucho esa sensación de que la voz de Thom Yorke brille tanto más que en los últimos discos. Hay una madurez en el sonido que sencillamente mata en los momentos decisivos. Como la que es (solo hasta ahora, supongo) mi canción favorita del disco: "Codex". No había sentido ese dolor desde "Pyramid Song" o "How to Disappear Completely". Es una canción desgarradora un himno a la resignación, a la muerte interior, a la desesperación del sufrimiento cuando no sabemos cómo detenerlo. Hace muchísimo tiempo que no oía una canción que pudiera llevarte instantáneamente tan cerca de las lágrimas y la emoción. "Give Up the Ghost" y "Separator" se vuelven cada vez más intensas con la repetición, algo que es sencillo concederle a este disco que solo dura 38 minutos en 8 tracks.

Quizás estos discos son los más difíciles de analizar. Sus puntos objetivos dependen tanto de una serie de variables totalmente subjetivas que el filo de error para chocar con otras opiones es enorme. Pero es también la clase de arte que más disfruto, porque es arriesgado, sincero y entregado. Y porque, claro, es también el más fácil de apreciar. Digan lo que digan, opinen lo que opinen, piensen lo que piensen, es un disco que solamente quedará en uno mismo. El tiempo quizás lo convierta en un clásico o lo olvide. Pero nosotros, en nuestra propia concepción del tiempo y de nuestras vidas, encontraremos un espacio para él que nadie más podrá llenar. Y eso, eso que tanto odian los críticos elitistas y los amantes del canon, es lo más especial del arte y de la vida. La capacidad de emocionarnos con lo que sentimos que fue hecho única y especialmente para nosotros.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Belle & Sebastian - If You're Feeling Sinister (1996)

Algunas veces nos encontramos cara a cara con la verdad. Supongo que pasa porque nos mentimos todo el tiempo. Algunas veces uno se siente en la cima del mundo, dice las palabras exactas, escucha lo que quiere y convierte esos momentos en una especie de proyección hacia el futuro con el que soñó siempre. Entonces aparece la realidad: somos asfixiantes, horriblemente sobreactuados, un enemigo de nuestras propias buenas intenciones. Odio esa sensación. Odio descubrirme debajo de mis propias emocionalidades, descubrir que me doy espacio para confiar y que, al final, vivo engañado por mis propios deseos de esperanza. Esos momentos son eso tan siniestro de lo que habla este disco.

Sin duda alguna, creo que estamos frente a una de las más grandes proezas musicales de las últimas décadas. Pocas veces una banda consigue aislar en un solo disco historias de adolescentes con problemas, crisis de fe, disyuntivas sexuales, problemas de universidad y, sobre todo lo demás, la sensación de que todo es terriblemente vano. Son canciones tristes, no en el sentido en el que la tristeza se equipara con la pesadumbre, los tiempos prolongados y las melodías apagadas. Stuart Murdoch es mucho más brillante que eso. Estas canciones son tristes porque nos hablan de la realidad que vivimos evadiendo todo el tiempo. De cómo todos los escapismos son placebos que no pueden durarnos demasiado tiempo.

Reseñar este disco 15 años después de su aparición significa hacerle una especie de homenaje, quiérase o no. Es casi imposible hablar de él sin añorar. Porque al final es también el alma del álbum: ese deseo de aferrarnos a momentos que sabemos van a terminar. Puede ser un gran libro, o un instante de perfecta devoción, o un fin de semana de sexo casual. Todo lo fugaz, la juventud, la escuela, un viaje en tren, es una excusa para reencontrarse con esa esperanza, vivirla al máximo y dejarse luego llevar por el dolor. Quizás el más grande paradigma es "Mayfly", que recibe su nombre de una mariposa que en castellano llamamos "efímera", pues solo vive 24 horas y su único fin es procrear para prolongar la existencia de la especie. No es extraño que sea referencial a la virgen María, Stuart Murdoch es también conocido por ser un católico más que aplicado.

Hay dos grandes caminos en este disco. Primero, el disco arranca con la fabulosa "Stars of Track and Field", una de las canciones más brillantes que ha compuesto la banda. Las vocales de Murdoch dan inicio al disco casi sin querer, como haciendo lo único que se puede hacer cuando todo va cuesta abajo. Pero luego la música triunfa sobre la cadencia y para el momento en que estamos sumergidos en el tema hay una explosión vital que "celebra" la victoria de lo mundano sobre lo espiritual. El segundo camino empieza recién en la cuarta canción, "Like Dylan in the Movies". Otro tema brillante. La nostalgia brilla en un tema que puede no tener las explosiones momentáneas de los anteriores, pero que posee una fuerza interna capaz de causar un cataclismo emocional en el oyente. El problema es que, una vez que este tema termina, no tenemos otro referente verdadero de la tristeza en su estado puro. Ni "Fox in the Snow" ni "The Boy Done Wrong Again" ni la canción que da título al disco alcanzan ese estatus de himno. Sobre todo aquellas dos, son más bien asfixiantes por momentos. En cambio, el primer camino sigue firme con "Get Me Away From Here, I'm Dying" y, sobre todo, con "Judy and the Dream of Horses", uno de los cierres más brillantes que he oído en ningún disco.

Y sin embargo, 15 años después, son también esas canciones las que me parece que hacen a este disco perfecto. Porque la brillantez musical no es solo la capacidad de hacer buena música, sino de sentirla. Y canciones como "The Boy Done Wrong Again" me parecen un ensayo perfecto a la imperfección: una canción con sus propias fallas y sus propias carencias, pero que se convierten por ello en un himno perfecto de esa sensación espantosa de saberse totalmente miserable ante la realidad que viene a pasarnos la factura de haber sido felices por un rato. Cuando Murdoch canta "On Saturday I was an angel shining fair./You shone louder, longer, you put my shine to shame. Put me to shame now", y cuando completa con una línea tan trágica como "what is it I must do to pay for all my crimes?/What is it I must do? I would do it all the time", sé que estoy ante la imagen misma del dolor, de la desolación que uno solo puede sentir cuando se ha atrevido a vivir más de la cuenta, a amar completamente, a exponer hasta sus lados más fallidos en la esperanza de que sean amados tanto como nuestros aspectos más hermosos.

Quizás para mí nunca funcione. Pero sin duda alguna, yo amo este disco con todos esos momentos que me recuerdan lo sencillo que es volverse siniestro para las personas que amamos. Veo su vulnerabilidad como quisiera que alguien pudiera ver la mía. Y mi amor entonces se vuelve algo tan sincero y humano como mis momentos de dolor, cuando me siento verdadera y solitariamente siniestro.

jueves, 10 de febrero de 2011

Christina Rosenvinge - La joven Dolores (2011)

Ayer tuve una conversación acerca de las vocales femeninas. La conclusión fue que las mejores vocalistas son siempre diferentes, no una voz que trata de amoldarse al concepto de "mujer cantante". Yo ponía de ejemplo a Joanna Newsom, a Beth Gibbons, a Jenny Lewis o a Bilinda Butcher entre otras. Por la noche, escuché este disco y me pregunté por qué cuernos trataría esta mujer de convertirse en algo que nunca fue: una cantante pop del gran montón.

Christina Rosenvinge tiene algo que siempre me ha llamado la atención muscialmente hablando. De este disco no sabía que esperar, no oía nada de ella desde hace mucho. Pero el Continental 62 y la canción "Humo" de ese desafortunado disco a cuatro manos con Nacho Vegas son razones de peso suficientes para tratar. Pero cuando uno tiene claro que una compositora tiene la capacidad musical de esta mujer, además de su experiencia, espera cosas un poco más elevadas.

El disco arranca con "Canción del eco", una versión propia del mito de Narciso, la verdad, brillantemente compuesta. La ejecución es también muy buena, solo que, ya que hablamos de Nacho Vegas, es terriblemente similar a su música (Christina lo ha nombrado varias veces como una de sus influencias). Lo cual no tendría nada de malo si no fuera porque la canción tiene un arpegio que recuerda muchísimo a "Al norte del norte". Sin embargo, creo que es una canción lo suficientemente buena como para obviar ese tipo de comparaciones. El problema es que el disco no sigue una lógica de ideas. Lo que sigue son algunos intentos pop que tienen más de esfuerzo que de inspiración. De acuerdo en que "Jorge y yo" es tierna, pero es extraño ver a Christina apegándose mucho al pop y tratando de mantener un lugar seguro en un género donde ya se ha hecho tanto. Su voz gana siempre con lo difuso, con los ambientes misteriosos y cuasi-oníricos, con la incertidumbre y la vulnerabilidad. Cuando se asienta en melodías bien trabajadas pero sin rumbo alguno, parece que estuviéramos frente a un disco prefabricado, donde todo está diseñado para no fallar, pero no para acertar. Entonces llega "Tu sombra", una canción pulida perfectamente, donde todo parece recobrar cuerpo: la voz, ese ambiente folk que tan bien le sienta al estilo que quiere desarrollar, los susurros breves y seductores de una música que parece emerger de los paisajes que describe. Cuando empieza la duplicación de voz, la extraña sensación claustrofóbica en una evocación del mundo exterior es simplemente sublime.

Luego de eso, no hay mucho más. El bajón es terrible después con "Weekend" y todo lo que sigue. Partes habladas que no calzan, más pop acústico bien ejecutado que no tiene ningún tipo de ambición, colaboraciones en francés que arruinan más de lo que arreglan y sobre todo la terrible experimentación de "La noche del incendio", que prueba que las cosas a medias no van: si quieres hacer electrofolk, es mejor que seas Juana Molina. El cierre del disco, "Debut", es quizás el único gran acierto en las canciones más poperas, donde queda en evidencia que Christina es una compositora muy elegante cuando quiere, capaz de dar soluciones reales a sus propios conflictos musicales.

Desde luego, todos los cambios generan polémicas, pero creo que hay formas de hacerlo sin caer en las trampas propias. Porque La joven Dolores termina siendo un disco sin identidad propia, algo que siempre ha caracterizado a la música de Christina Rosenvinge. Y al final, afinando un poco la gramática de mi teoría inicial, lo que crea a un gran vocalista no es ese "ser diferente", sino esa capacida de crear una identidad propia que no atenta contra sí mismo ni contra su capacidad de insertarse en el mundo. Una identidad que, le guste a quien le guste, no necesita de concesiones para ser amada por quienes la reconocen.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Primal Scream - Xtrmntr (2000)

Todos los deseos primales de una persona tienen que estar en su inconsciente. Algo así como la parte más animal y salvaje que tenemos, el lugar desde el cual imaginamos cómo hacemos pedazos a alguien porque nos metió la combi, porque nos asaltaron, o simplemente porque se metió con la persona equivocada. Lo interesante es que nuestra cultura ha evolucionado hacia un punto racionalmente "ideal" en el cual tenemos normas que regulan esos instintos por nosotros. Sincretismo aparte, siempre he pensado que la evolución de nuestra sociedad también ha hecho que muchos de estos instintos se vuelvan considerablamente más peligrosos cuando una persona es incapaz de mantenerlos dentro. Que toda la rabia, el odio y el deseo de destrucción instintivo se pueden volver un verdadero infierno para quienes no saben canalizarlo, y que, en un mundo como el de hoy en día, llevado a una escala mayor, crea violencia a niveles que horrorizarían a nuestros antepasados más bárbaros.

En fin, creo que de eso se trata este disco. De la violencia actual, del deseo interno que todos tenemos de cargar una ametralladora y dispararle a la persona que más detestamos hasta que no le entren más balas en el cuerpo. Y de cómo es más sano hacer buena música al respecto que ir a la tienda por una AKM. Primal Scream propone un giro que luego abandonaría (para mal según la opinión de muchos): el electro-rock, un género que definitivamente le va muy bien al espíritu de la banda y mejor aun a la temática que aborda el álbum.

El disco empieza con la fantástica "Kill All Hippies" (ah, ¡si solo dijera "Kill All Poets"!) y continúa con sus temas distópicos ("Accelerator", "Exterminator"). Luego llegan los platos fuertes: la extroardinaria "Swastika Eyes", un himno electrónico a un tipo de violencia muchísimo más íntima y desgarradora. Y luego mi favorita (al menos hoy), "Pills". Si un par de minutos de gritar "fuck" y "sick" a voz en cuello con Bobby Gillespie no son la catarsis perfecta, no sé qué lo es. Puede que la parte final se extienda ligeramente de más... quizás este disco sería perfecto sin la segunda versión de "Swastika Eyes", que bien pudo entrar como un lado B en alguna otra parte

Pero entre una cosa y otra, estamos ante un disco brillante, innegablemente violento (vamos, 3 de las 11 canciones tienen la palabra "kill" en sus respectivos títulos) y definitivamente motivador si se trata de poner algo distinto el viernes por la noche camino a la fiesta. Todo lo cual me lleva a pensar que, si efectivamente la violencia actual es más retorcida que la que llevamos por naturaleza, este es no solo un disco del hombre moderno, sino también del hombre real: la música es algo que percibíamos aun antes de entender el lenguaje. Entonces todo lo primal en nosotros puede encontrar un equilibrio y quizás, aunque no sea lo más agradable del mundo, podamos perdonar a los pobres idiotas que vienen a fastidiarnos el día.

martes, 1 de febrero de 2011

Broken Social Scene - Broken Social Scene (2005)

Ayer vi cómo una ventana se caía desde un quinto piso. Con marco y todo. El sonido que hizo cuando el vidrio chocó contra el piso y estalló fue relajante, la verdad. Más tarde, cuando bajé al estacionamiento, donde estaba el cadáver de ventana, me puse a pensar en cómo todos esos fragmentitos habían sido capaces de fusionarse hasta convertirse en un solo bloque inmóvil.

Broken Social Scene es un grupo genial. De eso creo que no cabe duda alguna: son 17 personas tocando juntas sin estorbarse. Tienen ideas claras y otras no tanto. Momentos de verdadera genialidad y minutos en los que no sabes bien qué es lo que estás escuchando. Su segundo disco, el You Forgot It in People, me parece una verdadera obra maestra. Pero una obra muy distinta a este disco homónimo que me propongo reseñar. El grupo pasa de una especie de cohesión interna al completo caos musical, pero en un sentido sumamente positivo.

Con tantos integrantes y tantos sonidos dando vueltas a la vez, estamos ante composiciones en las que siempre, siempre está ocurriendo algo. Casi como si los 17 miembros de BSS estuvieran dando vueltas alrededor de tu cabeza tocando sus instrumentos y tú no supieras a cuál mirar. Pero si en el YFIIP la cosa era tocar como uno solo, en este disco homónimo la dispersión es la clave para encontrar el sonido. Y no creo que sea algo sencillo de hacer. No cualquiera puede tener una ambición fragmentaria sin empezar a perder completamente el foco.

El disco arranca con una canción que ya anuncia toda la intención experimental, "Our Faces Split the Coast in Half". Y yo creo que sigue habiendo una clara influencia post-rock detrás de todo esto, muchas veces las vocales funcionan más bien como fondos simultáneos, como solo una de las muchas cosas que ocurren en todo momento. En ese sentido, Broken Social Scene siempre me ha hecho recordar a la música clásica. Ya más adelante el disco alcanza una especie de pico con "Handjobs for the Holidays" y "Superconnected". Luego, a falta de un mejor adjetivo para calificar la extraordinaria canción que cierra el álbum, habrá que llamar épicos a los casi 10 minutos de "It's All Gonna Break", cuyo final encuentro sencillamente genial, porque añade también una especie de simpleza casi antinatural después de más de una hora de laberintos sonoros.

Vivimos en un universo finito y curvo, donde toda dispersión tiene que concentrarse nuevamente. Pero Broken Social Scene no está pensando en cómo reunir sus pedazos, sino en hacer arte del caos, en lo sublime de cada pieza, cada instrumento, cada compás. Una ventana en su marco es solo eso, pero una explosión puede llegar a ser arte si la vemos con suficiente detenimiento. Y entonces es que descubrimos que la vorágine del azar nos da una libertad única, casi utópica: la de reconstruir el mundo entero a nuestro antojo. Este disco es la arquitectura de 17 músicos que saben con certeza que no importa si se trata de una ventana que cae o de una sociedad completa: todo, tarde o temprano, se termina por romper.

lunes, 31 de enero de 2011

The Decemberists - The King Is Dead (2011)

The Decemberists es uno de los grupos con más personalidad que hay por ahí. Tienen esta identidad muy marcada, con características innegablemente propias. Y lo más interesante, una ambición creciente que ha ido marcando su discografía. Desde Picaresque podíamos ya oler los primeros indicios de un álbum conceptual. La cosa se puso más seria con The Crane Wife y tuvo su punto culminante en 2009 con The Hazards of Love, una ópera de rock que narraba una historia bastante folky en 17 canciones. La razón por la cual conviene hacer esta revisión en retrospectiva, es porque durante los últimos años la banda parecía estar apuntando a eso, a un disco conceptual en el cual pudieran poner toda su cuota de talento, sus letras cuasi-eruditas, sus melodías rurales y su extraño coqueteo con el prog. y géneros que nada tenían que ver con ellos. Pero una vez que lo lograron quedó la gran incógnita: ¿qué iba a seguir?

Y el resultado es este, The King Is Dead, un disco simple, mucho más libre, pero también considerablemente más breve, y no me refiero a la longitud, sino a las ideas que se plasman en él. Hay que empezar por decir que es un disco correcto. Consistente, sin fallas, muy limpio. The Decemberists es una banda que siempre ha demostrado ser talentosa, es difícil que se les escape lo que mejor saben hacer. Pero al mismo tiempo, esa pasión que hacía brillar sus discos anteriores se esfuma, como si no pudieran desligarla de las historias grandes y ambiciosas.

El disco arranca con dos canciones que parecen más emparentadas al pop que al folk, y que ciertamente me sacaron un poco de cuadro. Ambas muy pegajosas, ambas muy libres y divertidas -y muy REM por momentos-, pero también terriblemente descontextualizadas en una banda folk cuyo último disco hablaba de seres que metamorfoseaban en el bosque para tener sexo. Eso sí, una vez que las escuchas un par de veces no puedes evitar pegarte un poco a las melodías. Luego, con "Rox in the Box" empieza el Decemberists que todos conocemos y amamos. Personalmente, "January Hymn" es mi favorita del disco. Una canción simplísima, dulce y emocionalmente impecable, sobre el invierno, el frío, lo perdido y todo aquello que no dijimos cuando debíamos.

Me gusta mucho la idea de volver a los inicios. A un punto de partida para algo completamente nuevo. Eso es lo que ocurre con los héroes una vez que termina la gran aventura, y eso es lo que The Decemberists tiene que hacer a partir de aquí: reinventarse. Y lo saben bien y han empezado con buen pie. Solo que su manía por controlar todo perfectamente los lleva también a un lugar donde no parecen sentirse cómodos, como si no pudieran ser del todo ellos sin esa urgencia conceptual pisándoles los talones, como si se hubieran olvidado de cómo ser simples sin ser maniáticos del control. Sin embargo, el resultado no es un paso atrás, solo uno al costado, que parece llevar a una nueva senda en la cual nada está dicho. Algo así como una nueva aventura en la que el héroe, ya con la historia anterior bien cerrada, se anima a explorar más aspectos de un mundo que, a través de sus ojos, puede resultar absolutamente fascinante.

viernes, 31 de diciembre de 2010

2010: Top 25

Un año extraordinario musicalmente hablando. Ha sido difícil separar 25 discos de un montón de discos de excelente calidad. Y entre los que más destacaron, el orden tampoco ha sido nada sencillo. Creo que hace muchos años que no tenía un top 5 donde cualquiera de los discos pudo ser el primero.

Los dejo entonces con la lista. Feliz año nuevo para todos.


25. MGMT - Congratulations
La psicodelia viene pisando fuerte desde hace unos años, pero este disco sale completamente del molde. No solo es una reinvención hacia dentro (MGMT rompió con este disco muchísimas fórmulas de su debut), sino también hacia el género, como si los 60 asolaran de nuevo pero esta vez con más instrumentos, más energía y mucha más locura.


24. Blonde Redhead - Penny Sparkle

¿Quién dijo que diferente es igual a malo? Blonde Redhead le da una patada al tablero de lo anterior y toda esa violencia inusitada se traduce de pronto en un disco estéticamente impecable, donde las atmósferas se cargan de angustia y lo onírico transita entre lo electrónico y lo orgánico. Como esos momentos en los que descubres que algo es un sueño y no quieres despertar por nada del mundo.


23. Sufjan Stevens - The Age of Adz

El regreso de Sufjan Stevens con un disco de estudio completo era algo esperado por todos. Su nueva orientación no. Harto de las influencias clásicas del folk, este redescubrimiento deja a la luz nuevas inquietudes musicales y caminos que el compositor resuelve echando mano a un talento indiscutible. Un disco que, a falta de solidez, compensa su desvarío con auténticas muestras de genialidad.


22. Wild Nothing - Gemini

Un disco ligero y lineal, un regreso a cosas que uno sospechaba perdidas. No importa demasiado la influencia clara de un rock que creimos muerto, no importa la extrañísima fusión de lo oscuro con el dream pop. Importa solamente el sonido purísimo que este disco tiene para nosotros si nos aplicamos a él, importa esa extraña sensación de estarnos viendo a nosotros mismos en momentos que no se repetirán más y que, sin embargo, están lejos de haberse perdido.


21. Swans - My Father Will Guide Me Up a Rope to the Sky

Un regreso sonadísimo, un disco que cobra verdadero valor si se le da la oportunidad. Denso, introspectivo, terriblemente oscuro, este nuevo viaje de Swans es la ruptura con el espacio y el mundo conocido, un lugar lóbrego donde todo flota, se condensa, se pierde, es y no es al mismo tiempo. Sin duda alguna, para esos momentos en que flotamos a la deriva, esperando la cuerda que alguien nos tienda para hacernos asomar a la superficie de nuevo.


20. Tame Impala - Innerspeaker

Ahhh, Australia y sus aportes al mundo musical siempre traen la brisa refrescante del sonido nuevo. Tame Impala trae este ejercicio psicodélico con un pop sumamente placentero, pero que no pierde su sentido en ningún momento. Me gusta cuando una banda elige no tomar el camino fácil sin importar qué. Histérico y eufórico, groovy y drogadamente feliz, sin duda alguna este es un disco en el que los sentimientos afloran a la piel como las notas al aire.


19. Antony and the Johnsons - Swanlights

Que este señor compositor sea odiado o amado no es en absoluto raro. Su voz es extrañísima, la clase de sonido que puedes llegar a odiar si no encuentra su lugar en tus oídos. Por alguna razón este disco no ha recibido mucha atención, a diferencia de sus dos últimos trabajos. Quizás por el poco tiempo transcurrido desde el The Crying Light. Sea como sea, este disco me parece un punto clave, una especie de logro de todo lo fabricado anteriormente. Y además "Flétta" es como para llorar de la emoción.


18. The Depreciation Guild - Spirit Youth

Un disco sacado de la sensibilidad y la construcción moderna. Un híbrido raro, donde los sonidos llevan una armonía extrañísima, casi indescifrable. Un disco frío y a la vez termendamente íntimo, hermoso de la forma en que se aprende a tolerar una belleza a la que no estamos acostumbrados.


17. Wovenhand - The Threshingfloor

Un disco rarísimo. De esos que nunca terminas de saber qué son exactamente. Pero me gusta. Posee la cualidad rarísima de los ingredientes mezclados que se aprecian pero han perdido totalmente su personalidad, hasta cobrar una nueva forma en la simbiosis: post-punk, folk, nep-psichedelia, gothic... Un sonido pagano, desafiante, sombrío y taciturno. Como el soundtrack para la vida de un villano.


16. Women - Public Strain

Cuando una banda logra por fin consolidar las expectativas de su primer disco en un álbum a todas luces genial, cuando su sonido es raro y su género no tiene demasiadas bandas que lo cultiven tan bien, cuando logras más de 40 minutos de ruido que suena como la gloria, es un pecado horrible pelearte con los miembros de la banda en pleno escenario y terminar desintegrándola por culpa de unos cuantos puñetazos. Aunque debe haber sido divertido estar ahí.


15. Wavves - King of the Beach

¿Por qué no se escuchará más surf rock en mi ciudad? Si hay estas burlas absolutas del verano y sus múltiples y alienantes formas sociales, ¡por qué no hacer a un lado el reggae aburrido y darle paso a discos como este? En fin, el primero de una serie de discos que se orientan en este estilo garage-revival-noise-surf-rock. Dicho sea de paso, ese título tan burlesco deberían dárselo a algún gilero de yapla barato al final del verano.


14. A Sunny Day in Glasgow - Autumn, Again

Qué estética es esta banda. Qué sonido tan apacible, hermoso, enérgico y a la vez frágil. Suena como si todo brillara o todo estuviera a punto de cobrar la forma exacta de la luz. Es excitante y a la vez romántico. Me sorprende mucho el cambio a un disco con pocas canciones (considerablemente más largas que las anteriores), pero me encanta que mantengan ese sonido hipnotizante de su primer álbum. Como para las noches de perfecta soledad.


13. Broken Social Scene - Forgiveness Rock Record

Son 17 personas tocando al mismo tiempo. Tienes que esperar algo parecido a esto, un disco en el que siempre está pasando algo. Se parece más a una sinfónica de rock que a una banda, para ser honestos. Quizás no llega al nivel del You Forgot It in People, pero se trata de un disco meticuloso, cuidado y lleno de canciones brillantes, algunas de las cuales fácilmente podrían haber entrado en el otro disco sin quitar ni un ápice de calidad. Complejo y lleno de una intención artística latente, es un disco en el cual, sin duda alguna, hay poco que perdonar y mucho para deleitarse.


12. Surfer Blood - Astro Coast

Mmm. Sangre de surfista... Bueno, que maten los que quieran mientras sigan sacando discos así. Divertido de principio a fin, lleno de energía, expresivo hasta más no poder. Es la clase de disco que tiene que acompañarme en el auto mientras paseo el circuito de playas, maldigo el calor, pienso en alquilar una casa para pasar un fin de semana frente al mar, o sueño con todo eso desde mi oficina. No importa mucho. Los discos así te hacen querer pararte y correr a donde sea, llamar a alguien, salir de casa de una vez por todas, o animarte a eso que jamás hiciste. De más decir que la música así es bienvenida siempre.


11. The Besnard Lakes - The Besnard Lakes are the Roaring Night

Un disco poco observado que sin embargo merece su lugar de excepción. El shoegaze es un género del que han derivado muchos sonidos nuevos, pero en su forma más auténtica se parece mucho a esto: vocales fusionadas con las cortinas de ruido, una extraña sensación de estar rodeado, digo, auténticamente rodeado, casi hasta el punto de la claustrofobia, de sonidos etéreos que no tienen un lugar concreto de origen. En este disco todo parece ser el fin del mundo. Como si todo estuviera permanentemente cayendo, en descontrol total. Y uno se sienta a verlo, ya resignado un poco, pero dispuesto a admirar la belleza de la llama, aun cuando el fuego nos termine consumiendo.


10. Dum Dum Girls - I Will Be

Todo es cuestión de actitud. Bien por esta banda que se arma de eso y lo complementa con sus guitarras disonantes, su energía de garage y una tremenda capacidad de tirar sonidos al aire como si fueran poca cosa (claro que en realidad estamos frente a algo brillante). ¿Qué? ¿Solo 29 minutos de disco? Lo bueno dura poco. Y es de esos que tranquilamente puedes repetir todo el día sin hartarte. Los momentos, los verdaderos momentos de felicidad, se parecen mucho a este disco, una especie de desenfado total con el mundo, no mediante la violencia, sino mediante el descaro, haberle perdido el respeto a las cosas que nos asustan y poder por ello disfrutarlas como si se tratara de un sueño en que nos sabemos invulnerables.


9. Jónsi - Go

La primera vez que lo oí supe que iba a terminar en mi top 25, pero honestamente pensé que iba a estar mucho más lejos del top 10. Y sin embargo, poco a poco esos extraños falsetos del vocalista de Sigur Rós van abriéndose paso en la mente, guardan relación con diferentes etapas del año, me llevan a imaginarme en el lugar de descanso perfecto. Un disco con absoluto valor personal para quien puede dárselo, Go no es una indicación, sino un atisbo de esperanza: la capacidad de saber que podemos ir a donde queramos, que el universo es ancho e infinito para quienes requieren de un instante de huida antes de volver a la lucha. El pop irrumpe entonces en los sonidos ambient para hacernos recordar que estamos vivos, que la vida no es solamente un sueño, sino también nuestra propia capacidad de admirar la belleza, todo al fin, conmovernos como solo podemos hacer frente a algunas cosas. Y este disco, al menos para mí, es una de ellas.


8. Angus & Julia Stone - Down the Way

Esta pareja de hermanos vuelve con una entrega muy madura en Down the Way. Sin perder una gota de originalidad, estamos ante una muestra magistral de un género donde es demasiado sencillo perderse en las fórmulas. Y sin embargo, ya sea en los temas románticos e idealistas o en la sencillez con que se aborda la visión de un mundo infantil, la música de los hermanos Stone siempre tiene una cuota de dramatismo, autenticidad y complicidad que nos hacen sentir que andamos hacia algún lugar seguro. Un disco definitivamente para el tránsito, no para la meta ni para el adiós antes del viaje, sino para toda esa etapa larga y transitoria de la travesía, antes de que nos enteremos de si el punto de llegada valdrá la pena tanto como el viaje o si Ítaca nos regaló solamente la oportunidad de un recorrido inolvidable.


7. Best Coast - Crazy for You

No importa qué digas sino cómo. No importa si "estoy loco por ti" se ha usado millones de veces, cuando se dice de la forma correcta, en el momento correcto, a la persona correcta, cobra un valor propio y nuevo, como un redescubrimiento. Así es este disco, un redescubrimiento de cosas que se han hecho antes, pero no de esta manera. Todo lo que emerge de esta banda suena como un momento mágico, como una verdad innegable, como la emoción pura de decir algo desde el corazón. Y para colmo, decirlo como nadie.


6. Beach House - Teen Dream

Cuando el dream pop sirve para refugiarnos en ambientes como este, me pregunto siempre si se trata de un refugio o un escondite. Si es lo primero, volveremos a él siempre, pero si es lo segundo, tarde o temprano seremos descubiertos. En este caso, Beach House apuesta por algo radicalmente distinto: construir en el sueño, enseñarnos a nunca despertar de él. Tienen más que suficiente para que la canción siga viviendo en la mente y en el alma, pero además nos dejan con una idea muy propia de lo que debería ser la realidad, con o sin sueños de por medio. Me gusta perderme entre las canciones de este disco como si se tratara de una casa construida solo para mí, como si fuera un espacio construido por mi propia mente. Como todo sueño adolescente, algunas cosas se nos vuelven parte del cuerpo, como una promesa ilusa de eternidad.


5. Vampire Weekend - Contra

Ohhh sí. En el conteo final de los 5 primeros empezamos con este disco fantástico que ha sonado una y otra vez a lo largo del año. Contra es el esperadísimo segundo álbum de una banda que hizo temblar los cimientos de la música indie hace solo dos años. Y este regreso ha sido determinante: no estamos ante un accidente o ante el azar presuroso de un grupo de chicos que tenían solo buenas ideas. Estamos ante una banda de verdad, consciente de su capacidad, poseedores de un sentido artístico propio y un sonido difícil de catalogar, pero tremendamente satisfactorio. Y es sencillamente genial cuando la música supera la teoría.


4. Deerhunter - Halcyon Digest
Mis respetos a esta banda absolutamente brillante. Quizás sea una de las mejores bandas de la actualidad. No, quizás no, después de este disco creo que podemos sin temor afirmar que se trata de una de las bandas más talentosas que tenemos por ahí. Son rarísimos, freaks como el demonio y tienen una actitud que puede sorprender en más de un sentido. Pero cuando tocan, hay una magia especial, esa esencia que las bandas no pueden fabricar y las discográficas no saben cómo colocar en sus estrellas vendedoras. La autenticidad no necesariamente es un talento, pero sin duda alguna, cuando viene cargada de tantas emociones como en este caso (ansiedad, vulnerabilidad, nostalgia), se trata de una contemplación que no podemos ignorar. Y es que aquí hay un continuo regreso hacia lo mejor de nuestras vidas, que bien podría ser lo que no vimivmos nunca.


3. Arcade Fire - The Suburbs

Qué miedo da cuando Arcade Fire está a puertas de un lanzamiento. Como si no supiéramos ya que se trata de una banda magnífica. The Suburbs es excelente de principio a fin. He oído de gente que empieza a considerarlo superior al Funeral, y aunque no puedo sumarme a la idea, sí puedo entender por qué. La ciudad nos canta desde dentro, con voces que lo mismo hablan sobre el día a día que sobre la sensación de asfixia o la necesidad de libertad. No se trata de una crítica al suburbio, mucho menos una apología. Sencillamente es la voz emergente de la vida hoy por hoy, una especie de liberación colectiva de la cual emergen miles de pequeños destellos de esperanza, miedo, odio, violencia o deseo. Y es como escuchar los 80 a inicios de la década del 10, y es como si Arcade Fire hubiera dejado de controlarse y se hubiera entregado a un sonido que les puede ser mucho más natural, libre y directo para explicarnos de otro tipo de muertes.


2. Joanna Newsom - Have One on Me

Tres discos de Joanna Newsom en uno ya son demasiado bueno para creérselo. Lleno de temas sencillamente impresionantes, no creo que haya que hacer demasiado esfuerzo para entender que estamos ante la compositora suprema del folk contemporáneo. Ya sea mediante el arpa que la acompaña siempre o los fondos orquestales que la acompañan, cada una de estas historias se retuerce sobre sí misma como una serpiente que se muerde la cola y a la vez inflinge un golpe certero en la emoción. Estamos esta vez un poco más lejos de los paisajes fantásticos de Ys, pero eso no quiere decir que la magia se haya extinguido ni mucho menos. Muscialmente hablando, cada canción de Joana Newsom es como pararse ante la verdadera creación del mundo.


1. The National - High Violet

Creo que este es el disco más consistente de este año. Desde luego, si solo fuera por eso, difícilmente me parecería el mejor. Pero sería muy injusto compararlo en otros términos con discos tan geniales como el Have One on Me, el Halcyon Digest o el The Suburbs y afirmar rotundamente que tenemos un ganador claro. En un examen meticuloso, el High Violet perdería, por ejemplo, si buscáramos desmenuzarlo. Una sola canción no representa el disco, y difícilmente podríamos encontrar una superior al resto, creo que hace mucho no me pasaba que todas las canciones de un disco me gustaran en su momento más que las otras por determinadas circunstancias o por un análisis posterior. Más bien veo este álbum como un todo, como la summa de toda la experiencia ganada y todo el talento musical de una banda que hace mucho viene acostumbrándonos a oír nada más que buenas cosas. Es un disco íntimo y materialmente concreto, sobre problemas de todos los días, fantasías de personas aburridas, sueños de proletario, miedos de oficinista. Y sin embargo es también un paisaje hermoso, uno de esos pequeños agujeros de cerradura a través de los cuales uno vigila el mundo cotidiano y lo encuentra maravilloso y edificante. Este año he oído muchas versiones de estas canciones, lo que me dice también que se trata de una banda que reconoce y reconstruye su trabajo de manera permanente, y eso nos lleva también a nosotros a redescubrirlo junto a ellos (como en el caso de la nueva versión de "Terrible Love" o la sesión que grabaron en vivo para el Itunes Festival en Londres). Y es que no es tan fácil bajar los pies a la tierra y mantener la cabeza en las nubes, no es nada, nada fácil hacer música sobre lo que hay aquí y aspirar a que otros vuelen muy lejos con ella.


Una playlist para despedir el 2010

domingo, 26 de diciembre de 2010

Girls - Album (2009)

¿Ver la parte positiva? ¿Aprovechar las oportunidades? Bueno, sí. Es la forma "correcta". Pero, una vez más, eso me recuerda ese temible "hacer las cosas bien". Siempre he creído que hay personas para las cuales la dimensión de lo "bueno" se invierte, como si una especie de nuevo paradigma ocupara el espacio de lo que antes creíamos sencillo y evidente.

El vocalista de Girls, Christopher Owens, es un señor con una historia no muy usual. Su madre pertenecía al culto "Children of God", una agrupación que promueve el amor libre y, entre otras cosas, incentiva a las mujeres que pertenecen a él a prostituirse como forma de reclutar nuevos adeptos. Owens creció en ese ambiente extraño, sin un hogar fijo, mudándose siempre, obligado a ver cómo su madre pasaba por un sinnúmero de hombres y, en fin, con un estilo de vida errante, casi diríase arcaico. Pero en algún momento, cuando tenía 16 años, se hartó de todo, abandonó su "hogar" y se dedicó a vivir en las calles, de donde fue rescatado por un multimillonario que pasó a ser su mecenas.

Esta historia que, en cualquier otra circunstancia pasaría a ser algo así como una telenovela inverosímil, es en realidad la piedra angular sobre la cual se erige el maravilloso mundo musical de Girls. Y es que para esta banda hay algo clarísimo: no podemos dar nada por sentado. Los temas que se tratan en las canciones de Album son más bien sencillos, y no son abordados desde una perspectiva particularmente introspectiva o analítica. Es la simple observación de las cosas que conocemos y vemos todos los días. Pero desde luego, vistas desde los ojos de un personaje como Owens, cobran una belleza inusitada: ¿qué si uno no está acostumbrado a las pequeñas felicidades cotidianas? ¿Qué si nadie antes nos dijo eso de ver la parte positiva? ¿Qué si nunca tuvimos oportunidades para aprovechar?

El sonido de este disco es exactamente lo que me hace falta cuando necesito un refugio: la posibilidad de saber que, en un mundo que se invierte, la incomprensión no es otra cosa que nuestra propia identidad. Para algunas personas es difícil, muy difícil, llegar a ver desde el dolor, la ausencia, el vacío terrible de estar resignados a cualquier cosa que no se parezca a la vida que cualquiera desearía. Y no solo por las cosas que nos pasan, sino por cómo se construye ese plano en nuestra mente.

Para algunas personas es tan difícil la inserción en el mundo "normal" como lo es para otros desviar la vista de él. En algunos casos, ese encuentro diacrónico se convierte en una verdadera maravilla, como en el caso de Girls. En otros, solo en un dolor profundo, de esos que nos llevan a apagar la luz, concentrarnos en los acordes melancólicos de la música, qué sé yo, pensar en por qué diablos es tan difícil explicar algunas cosas en palabras fáciles.

Beach House - Teen Dream (2010)

Hoy ha sido un día raro. Uno de esos días en los que no puedes despertarte del todo. Los feriados son buenos para dormir, pero cuando estás perseguido por las pesadillas y los sueños son demasiado vívidos, no sabes bien qué pensar.

Bien, los sueños deberían ser sueños. Y eso es lo que propone Beach House, en cierta forma. El Dream Pop es un género simpatiquísimo, porque permite rozar ese manto onírico que rodea el subconsciente, pero sin profundizar genuinamente en él, como lo haría, digamos, el Shoegaze. No hay lugar para pesadillas en eso, se trata solamente de un sueño volátil, etéreo, donde todo parece desvanecerse completamente. En ese sentido, este dúo fantástico realiza un trabajo impecable. Hay una clara diferencia entre lo que pertenece al imaginario (toda la gama musical del disco) y lo real (los músicos detrás de la obra), y es una línea invisible que está colocada en el lugar justo.

Sin duda alguna, este disco merece toda la atención que le ha generado a la banda. Creo que aun los temas más endebles causan satisfacción, una especie de correcta sensación de desahogo. Ya desde el inicio sentimos esa permanente dialéctica música-ejecutor, en la cual ambos pelean cuerpo a cuerpo, pero no tanto por prevalecer, sino por mantener el punto de tensión exacto que desencadena el equilibrio. Y es ahí donde radica la fortaleza de Beach House. Si la tensión generara angustia, terror, ansiedad, estaríamos ante una pesadilla. Pero todo se resuelve de manera sensible, tenue, casi desintensionada. Y sin embargo, en ningún momento esa tensión deja de estar ahí, de reclamar fortaleza, de mecerse con las melodías de la guitarra, los cambios sutilísimos en la percusión, la voz cuasi-andrógina de Victoria Legrand, que lo mismo genera sensaciones de energía que de desfallecimiento.

El problema es que los sueños, al final, tienen siempre la mala costumbre de perpetuarse en el despertar. Como que uno no se los sabe sacudir de encima bien, algunas escenas están demasiado arraigadas en uno, y no basta con darle stop a la música y descubrir que hemos vuelto al lugar de siempre. ¿Significan algo las pesadillas? ¿O acaso puede uno, como el sueño adolescente de Beach House, construirse un refugio alrededor de los sueños que quisiera vivir? Quizás sí, pero algunas veces la sola amenaza de la pesadilla más temida es suficiente para hacernos entender que la vida es muchas cosas, pero definitivamente nunca es solo sueño.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Merry Fuckin' Christmas, You Sodding Santa Lovers

No me gusta la navidad. Todo el mundo parece estar de mal humor. Así que hice este compi, porque la música siempre tiene la capacidad para rescatarlo todo. Hasta la navidad. Y como pensé que quizás alguno querría ponerlo en vez de esos odiosos villancicos cantados por coros de niños, pues aquí lo comparto:

1. Vince Guaraldi - O Tannenbaum
2. Sumo - Noche de paz
3. Darker My Love - Snow Is Falling
4. Bright Eyes - Little Drummer Boy
5. Pretenders - 2000 Miles
6. Jenny O. - Get Down for the Holydays
7. The Flaming Lips - Christmas at the Zoo
8. Bishop Allen - You'll Never Find My Christmas
9. Cocteau Twins - Frosty the Snowman
10. Guster - Tiny Tree Christmas
11. Mew - She Came Home for Christmas
12. Crystal Antlers - 10,000 Watts
13. Beat Happening - Christmas
14. Natalie Hemby - Perfect Gift
15. Get Well Soon - Christmas in Adventure Parks
16. Best Coast & Wavves - Got Something for You
17. My Morning Jacket - Xmas Curtain
18. Coconut Records - It's Christmas
19. Beach House - I Do Not Care for the Winter Sun
20. Sufjan Stevens - Amazing Grace
21. Blazer Force - Electronic Santa

Lo pueden descargar aquí.

Felices fiestas.