miércoles, 2 de febrero de 2011

Primal Scream - Xtrmntr (2000)

Todos los deseos primales de una persona tienen que estar en su inconsciente. Algo así como la parte más animal y salvaje que tenemos, el lugar desde el cual imaginamos cómo hacemos pedazos a alguien porque nos metió la combi, porque nos asaltaron, o simplemente porque se metió con la persona equivocada. Lo interesante es que nuestra cultura ha evolucionado hacia un punto racionalmente "ideal" en el cual tenemos normas que regulan esos instintos por nosotros. Sincretismo aparte, siempre he pensado que la evolución de nuestra sociedad también ha hecho que muchos de estos instintos se vuelvan considerablamente más peligrosos cuando una persona es incapaz de mantenerlos dentro. Que toda la rabia, el odio y el deseo de destrucción instintivo se pueden volver un verdadero infierno para quienes no saben canalizarlo, y que, en un mundo como el de hoy en día, llevado a una escala mayor, crea violencia a niveles que horrorizarían a nuestros antepasados más bárbaros.

En fin, creo que de eso se trata este disco. De la violencia actual, del deseo interno que todos tenemos de cargar una ametralladora y dispararle a la persona que más detestamos hasta que no le entren más balas en el cuerpo. Y de cómo es más sano hacer buena música al respecto que ir a la tienda por una AKM. Primal Scream propone un giro que luego abandonaría (para mal según la opinión de muchos): el electro-rock, un género que definitivamente le va muy bien al espíritu de la banda y mejor aun a la temática que aborda el álbum.

El disco empieza con la fantástica "Kill All Hippies" (ah, ¡si solo dijera "Kill All Poets"!) y continúa con sus temas distópicos ("Accelerator", "Exterminator"). Luego llegan los platos fuertes: la extroardinaria "Swastika Eyes", un himno electrónico a un tipo de violencia muchísimo más íntima y desgarradora. Y luego mi favorita (al menos hoy), "Pills". Si un par de minutos de gritar "fuck" y "sick" a voz en cuello con Bobby Gillespie no son la catarsis perfecta, no sé qué lo es. Puede que la parte final se extienda ligeramente de más... quizás este disco sería perfecto sin la segunda versión de "Swastika Eyes", que bien pudo entrar como un lado B en alguna otra parte

Pero entre una cosa y otra, estamos ante un disco brillante, innegablemente violento (vamos, 3 de las 11 canciones tienen la palabra "kill" en sus respectivos títulos) y definitivamente motivador si se trata de poner algo distinto el viernes por la noche camino a la fiesta. Todo lo cual me lleva a pensar que, si efectivamente la violencia actual es más retorcida que la que llevamos por naturaleza, este es no solo un disco del hombre moderno, sino también del hombre real: la música es algo que percibíamos aun antes de entender el lenguaje. Entonces todo lo primal en nosotros puede encontrar un equilibrio y quizás, aunque no sea lo más agradable del mundo, podamos perdonar a los pobres idiotas que vienen a fastidiarnos el día.

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