martes, 5 de octubre de 2010

The Depreciation Guild - Spirit Youth (2010)

Este proyecto paralelo del baterista de The Pains of Being Pure at Heart mantiene vivo un precepto común: una búsqueda de pureza musical en la inocencia. No la inocencia entendida como una ingenuidad absurda o idiota, sino todo lo contrario. En The Pains of Being Pure at Heart todo se trataba de confrontación con el mundo adulto desde la perspectiva de quien puede ser feliz con poco, de quien no siente la presión de ser infeliz o responsabilizarse por nada más que las acciones de un fin de semana loco, un amor adolescente, un guiño a la adultez como una travesura incapaz de lastimar a nadie. Y sin embargo, en ese júbilo estaba puesta la totalidad de las esperanzas de crecer.

Este trabajo tiene una conexión profunda con eso. Solo que desde una perspectiva mucho menos orgánica: un espíritu juvenil que no se limita ya a los despertares sexuales o las orillas de la adultez, sino a un mundo que ha cambiado, que no puede ser entendido por quienes no han admirado la belleza de un simple chiptune, o para quienes lo artificial no puede cobrar una dimensión estética del más impresionante vuelo poético.

Algo que me encanta de este año es la enorme capacidad de las bandas para superar las limitaciones de sus géneros. Si ya la década anterior anunciaba la incapacidad de las palabras para describir la vastedad de sonidos que existen en el mundo musical de hoy, creo que este año podemos firmarlo en sangre.

En cuanto al ámbito personal, creo que no importa qué tan duro haya sido un día, este disco es la perfecta capacidad de recordarnos lo hermoso que puede ser todo cuando nos reencontramos en la pureza de la aceptación. Del joven que quiere tomar las riendas del mundo en vez de cuestionarlo, o el tipo que se divierte haciendo cualquier cosa porque no siente que está perdiendo el tiempo. Y es que a menudo olvidamos que las cosas hermosas de la vida no son las que necesitamos o mucho menos las que queremos, sino las que se nos dan por añadidura. Para la vida, todo lo que necesitamos es la vida. Lo demás es lo que la hace algo más feliz que una supervivencia absurda. Y eso lo sabe quien ha hecho un disco acerca de cómo la música no sirve de nada cuando le falta el ingrediente que la hace verdaderamente un arte: el espíritu.

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